martes, 3 de diciembre de 2019

Leo Strauss



Leo Strauss nació el 20 de septiembre de 1899 en Kirchhain, una ciudad rural en la provincia de Hesse-Nassau perteneciente al Reino de Prusia, parte del Imperio Alemán. Su padre, Hugo  Strauss, y su madre, Jennie David, educaron a su hijo en el judaísmo ortodoxo, aunque no lo practicaban asiduamente. El padre y el tío eran propietarios de una granja agrícola con explotación ganadera, que habían heredado del abuelo de Leo, Meyer Strauss, miembro distinguido de la comunidad judía local.
En su infancia Leo Strauss asistió a la escuela pública local para pasar, en 1912, al Gymnasium Philippinum, adscrito a la Universidad de Marburgo, donde recibió una amplia formación humanística, que completó en 1917.
En la Primera Guerra Mundial, el ejército alemán le llamó a filas y, en julio de 1917, fue destinado a Bélgica en calidad de intérprete. En diciembre de 1918 fue licenciado y se incorporó a la Universidad de Marburgo. Residió en un pensionado al que acudían los seguidores del filósofo judío neokantiano Hermann Cohen, profesor de la universidad. En 1921, Leo Strauss presentó en la Universidad de Hamburgo su tesis doctoral bajo el título Das Erkenntnisproblem in der philosophischen Lehre Fr. H. Jacobis (El problema del Conocimiento en la Doctrina Filosófica de F. H. Jacobi”), dirigido por el alumno de Hermann Cohen, Ernst Cassirer. Strauss explicaba las implicaciones que, para el problema del conocimiento, tenía la noción de Jacobi sobre la revelación. Aunque años más tarde, Jacobi se arrepentiría de su tesis, la cuestión del significado de la revelación divina no le abandonaría a lo largo de toda su vida. En 1922 asistió a los cursos de fenomenología impartidos por Edmund Husserl, donde coincidió con Martin Heidegger, también alumno, en la Universidad de Friburgo. Strauss escribiría más tarde que ningún pensador contemporáneo le había impresionado más que Heidegger
Leo Strauss se unió a una hermandad judía y colaboró con el movimiento sionista alemán, que le permitió conocer a distintos intelectuales judíos alemanes como Norbert Elias, Leo Löwenthal, Hannah Arendt y Walter Benjamin, quien admiraría siempre la obra de Strauss.
El mejor amigo de Strauss fue Jacob Klein, aunque se relacionaba intelectualmente con Karl Löwith, Julius Guttmann, Hans-Georg Gadamer, Franz Rosenzweig, Gershom Scholem, Alexander Altman y el arabista Paul Kraus, que se casará con Betina, hermana de Leo Strauss. Buena parte de la correspondencia intercambiada con sus amigos se publicó en los Gesammelte Schriften (“Escritos coleccionados”). También participó en un debate  epistolar con Carl Schmitt, que rompería al abandonar Alemania y no recibir respuesta de sus cartas.
En 1923 Leo Strauss empezó a dar clases en Frankfurt auspiciado por el Freies Jüdische Lehrhaus (“Centro de Educación para Adultos”), fundado por su amigo Franz Rosenzweig, a quien dedicaría su primer libro. En 1925, otro de sus compañeros intelectuales, Julius Guttmann, le invitó a la edición jubilar de la obra de Moses Mendelsson para la Academia de Ciencias del Judaísmo en Frankfurt.
En 1930, Strauss publicó su primer libro Die Religionskritik Spinozas als Grundlage seiner Bibelwissenschaft: Untersuchungen zu Spinozas theologisch-politischem Traktat (Crítica de la Religión de Spinoza”), en el que argumentaba que los lectores de Spinoza en los siglos XIX y XX podrían verlo como un ‘hombre intoxicado con Dios’, ya que habrían dejado de pensar seriamente en que pudiera existir la revelación divina.
En 1931, Leo Strauss se presentó a su Habilitation para poder ejercer la enseñanza universitaria y formar parte de los tribunales de doctorado. Su examinador el teólogo Paul Tillich lo suspendió.
Strauss publicó unos comentarios al libro de Carl Schmitt, Der Begriff des Politischen (El Concepto de Política), en los que argumentaba que, aunque Schmitt intentaba hacer otra cosa, permanecía dentro del horizonte del moderno liberalismo, ya que no era capaz de justificar su compromiso normativo al que llamaba ‘la política’. Schmitt declararía más tarde que nadie lo había comprendido mejor que Strauss y éste confesaba que leyendo a Schmitt había cambiado su orientación sobre la relación entre Filosofía y Política.
En 1932, la Hochschule für die Wissenschaft des Judentums (“Academia para el Estudio del Judaísmo”) de Berlín tiene problemas financieros y Strauss se queda sin trabajo. Gracias a una carta de recomendación de Carl Schmitt, Leo Strauss recibe una beca de la Fundación Rockefeller para desarrollar un estudio sobre Thomas Hobbes en París. Allí se casó con Marie (Miriam) Bernsohn, a quien había conocido en Alemania. Ella era viuda con un hijo, Thomas, que Strauss adoptó. Más tarde adoptaría también a Jennie, hija de su hermana, cuyo padre falleció en circunstancias oscuras en El Cairo durante la Segunda Guerra Mundial. Leo y Miriam Strauss no tuvieron hijos biológicos.
También en París, Strauss asistió a seminarios sobre Hegel dictados por Alexandre Koyré y Alexander Kojève. En 1933 la Fundación Rockefeller le renueva su beca para seguir trabajando, ahora en Londres y Cambridge, en su estudio sobre Hobbes, a quien considera el fundador teórico del estado liberal, cuando este modelo se colapsa en Alemania con el ascenso de Hitler al poder.
Por este motivo decide no regresar a su país de nacimiento y consigue en 1935 un empleo temporal en la Universidad de Cambridge. En Inglaterra entabla amistad con R. H. Tawney y en segundo término con Isaiah Berlin.
Escribe su tercer libro Hobbespolitische Wissenschaft und zugehörige Schriften (“La filosofía política de Hobbes”), que no se publicaría hasta 1936. Un año antes apareció se segundo libro Philosophie und Gesetz: Beiträge zum Verständnis Maimunis und seiner Vorläufer (“Filosofía y Derecho: Contribuciones al entendimiento de Maimónides y sus predecesores”).
Su amigo Gersholm Scholem confiaba que el libro de Strauss sobre Maimónides fuese una buena introducción para entrar en la cátedra de Filosofía judía medieval de la Universidad de Jerusalén, que finalmente fue para Julius Guttmann, quien había sido su supervisor en la Academia de Ciencias del Judaísmo y defendía una visión distinta sobre el pensamiento de Maimónides, pues entendía que la relación entre razón y revelación eran sus fuentes de conocimiento. El problema de las relaciones entre fr y razón era una de las preocupaciones de Strauss. Afirmaba que la principal preocupación de Maimónides no era epistemológica sino política. La relación entre filosofía y política ya la había descrito Strauss en su libro Crítica de la Religión de Spinoza”. El pensamiento de Strauss alerta de la futilidad de muchos de nuestros afanes políticos.
Incapaz de conseguir un empleo fijo en Inglaterra, Leo  Strauss habló con Harold Laski, profesor en la London School of Economics y futuro primer ministro laborista en el Reino Unido, quien consiguió que la Universidad de Columbia ofreciese a Strauss un puesto de profesor invitado en el Departamento de Historia en 1937. Strauss aceptó la invitación y se trasladó a los EE.UU. Al año siguiente fue contratado como profesor investigador por la New School for Social Research, que acogía a intelectuales exiliados de Europa. Se incorporó a la Facultad de Ciencias Políticas donde permaneció durante diez años. Hizo un pequeño paréntesis en 1939 como profesor invitado en el Hamilton College.
Leo Strauss adoptó la ciudadanía estadounidense en 1944.
En los primeros años de su década en la New School for Social Research, Leo Strauss profundizó en filosofía antigua para explorar los temas de persecución y escritura. Recopila una serie de ensayos seminales que publicaría en 1952 con el título Persecution and the Art of Writing, como aportación a la filosofía política contemporánea. En su ensayo, Strauss expone su particular método de lectura, al distinguir la lectura (y la escritura) esotérica de la exotérica. A lo largo de la historia, muchos autores han tenido que esconder su pensamiento más íntimo tras una fachada convencional, pues la persecución origina un cierta escritura esotérica que sólo permite captar sus mensajes a una élite de lectores. Escriben, por tanto, en dos niveles y Leo Strauss trata de descubrir la escritura esotérica en autores como Maquiavelo, Spinoza o Maimónides. Parte importante de sus trabajos constituyen una constante interrogación a los textos clásicos de la filosofía griega, judía y musulmana.
Strauss retorna a los “grandes textos” para comprenderlos tal y como los autores de esos textos se comprendían a sí mismos y emprende la tarea de recuperar a pensadores olvidados como Jenofonte, centrando sus investigaciones en dos núcleos: el Sócrates de Jenofonte y el Hierón de Jenofonte. Sus estudios sobre Jenofonte permiten dar cuenta de una de las tensiones más importantes que Strauss descubre en la filosofía, la tensión del filósofo con la polis.
Escribe su cuarto libro, Über Tyrannis. Eine Interpretation von Xenophons „Hieron, donde ofrece su interpretación de la obra de Jenofonte sobre el tirano Hierón, que aparece en 1948. En él resalta la tensión entre la búsqueda filosófica de la verdad y los requerimientos de la sociedad.
En 1949 Leo Strauss se incorpora a la Universidad de Chicago como profesor de Ciencias Políticas, donde alcanzó el reconocimiento de Robert Maynard Hutchins Distinguished Service Professorship.
Inició su andadura en la Facultad de Ciencias Políticas con una serie de conferencias sobre Derecho Natural e Historia, que en 1953 aparecerían publicadas en su libro Natural Right and History, el más conocido de los que publicó en EE.UU. Insiste en su conocida preocupación ante la dificultad que muestra la Filosofía para responder a los retos del relativismo moral y político. Comienza con un análisis de Max Weber, uno de los fundadores de la disciplina académica de las Ciencias Sociales, e intenta demostrar la existencia de una línea directa que va del positivismo de Weber al historicismo, que Strauss define con su opinión de que todos los pensamientos y creencias humanos son históricos. Contrasta las modernas concepciones del Derecho Natural, a partir de Hobbes, con las antiguas concepciones que arrancan en Platón. Hobbes termina en un relativismo historicista, en el que no hay normas morales, políticas científicas más allá de sus contextos históricos. Leo Strauss rechaza la manera historicista de estudiar la filosofía, en la que las ideas están determinadas por el contexto social y político. Dicha posición sería insostenible, pues supone admitir que el mismo historicismo, que también está determinado, sería falso. El historicismo impide una lectura adecuada de los textos del pasado. 

Partiendo de la expresión usada en Lógica, reductio ad absurdum (“reducción al absurdo”), Leo Strauss acuño la frase reductio ad Hitlerum, que parte de la siguiente premisa: “Como Hitler era malo, si Hitler apoyaba a "X", "X" debe ser malo”.
En 1954 Leo Strauss viaja a Heidelberg donde se encuentra con sus antiguos compañeros Karl Löwith y Hans-Georg Gadamer y pronuncia en la Universidad una conferencia sobre Sócrates.
En 1958 publicó su libro más polémico, Thoughts on Machiavelli, en el que define la rabia antiteológica de Maquiavelo como la fuente de la modernidad.
En 1965 la Universidad de Hamburgo le ofrece un puesto de profesor temporal, que Strauss declina por razones de salud, y le nombra doctor honoris causa. Este reconocimiento y la distinción con la Orden de Mérito alemana le son entregadas por el consul en Chicago.
En 1969 Leo Strauss abandona la Universidad de Chicago y se incorpora al Claremont McKenna College en California. Un año después pasa al St. John’s College en Annapolis (Estado de Nuevo México), donde se encuentra con su mejor amigo Jacob Klein. Strauss recibe el prestigioso reconocimiento de ‘distinguido profesor residente Scott Buchanan’.
Está trabajando sobre Nietzsche, Tucídides y Jenofonte cuando le sobreviene una neumonía que le causó la muerte el 23 de octubre de 1973. Está enterrado en el cementerio judío de Annapolis.
Algunos historiadores definieron a Leo Strauss como una figura influyente en los círculos políticos neoconservadores estadounidenses, en particular en relación a la política extranjera de George W. Bush en Oriente Medio. Su influencia permanece hoy pues dejó un gran número de discípulos que se han mantenido activos en la vida pública e intelectual.

MAG/03.12.2019






martes, 26 de noviembre de 2019

José Ortega y Gasset




José Ortega y Gasset nace en Madrid el 9 de mayo de 1883 en el seno de una familia acomodada, ilustrada y liberal, enraizada en el periodismo desde tiempos de su abuelo materno, Eduardo Gasset y Artime, fundador del periódico El Imparcial, que más tarde dirigiría su padre, José Ortega Munilla.  

A los 8 años, José Ortega y Gasset entró en el Instituto Gaona de Málaga para pasar después al Colegio San Estanislao de Kostka de la Compañía de Jesús, situado en la finca Miraflores del barrio de El Palo en la misma ciudad.

Inició su formación superior en la Universidad de los jesuitas en Deusto, donde permaneció un curso solamente para trasladarse a continuación a Madrid, matriculándose en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Central (hoy Universidad Complutense), donde se licenció en 1902. En 1904 se doctoró con una tesis, de 58 páginas, sobre Los terrores del año mil, subtitulada Crítica de una leyenda. Pero fueron determinantes para su formación los viajes que realizó en 1905, 1907 y 1911, a Leipzig, Nuremberg, Colonia, Berlín y sobre todo el de Marburgo, donde tomó contacto con las «musas alemanas» (el neokantismo de Herman Cohen y de Paul Natorp, entre otros). Impresionado por la grandeza de la filosofía, la ciencia y la técnica alemanas, considera a Alemania su segunda patria y pone a su hijo mayor por nombre Miguel Germán. 

Ortega defendió un europeísmo a la alemana que le hizo dudar de la existencia de una filosofía española y a postularse como iniciador de la ‘verdadera filosofía’, la biognosis, concebida como ‘crítica de la razón histórica’, distinta de la ‘razón física’ y de la ‘razón abstracta’. Estaba convencido de que la ‘raza’ o ‘sustancia’ española estaba enferma y proponía sanarla con la ingestión de grandes dosis de cultura de sesgo germanizante. Estudia entonces el idealismo, que será la base de su primer proyecto de regeneración ética y social de España. 

En 1908 fue nombrado catedrático de Psicología, Lógica y Ética de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, y en 1910 cubrió, por oposición, la vacante por fallecimiento de  Nicolás Salmerón, como catedrático de Metafísica en la Universidad Central de Madrid. También en ese año, José Ortega y Gasset se casa con Rosa Spottorno Topete, traductora y feminista, hija del ministro togado del Cuerpo Jurídico de la Armada y nieta del conocido contraalmirante Ramón Topete y Carballo. Su hija Soledad Ortega Spottorno  creará en 1978 la Fundación José Ortega y Gasset, de la que será presidenta de honor, y su hijo José Ortega Spottorno será el fundador del periódico El País.

Los primeros escritos de Ortega, hasta 1913, están profundamente marcados por el par de conceptos ‘Subjetivismo’/‘Objetivismo’. Su objetivismo (racionalismo) se articula en torno a dos grandes bloques de ideas: las de Ciencia y las de Cultura. Lo explica en el periódico de su padre, El Imparcial.

El 23 de marzo de 1914, Ortega pronuncia un discurso en el Teatro de la Comedia de Madrid bajo el título Vieja y Nueva política que se considera el acto fundacional de la Liga de Educación Política Española, vinculada al Partido Reformista. Partiendo de los principios del liberalismo y la nacionalización, la Liga se proclamaba la vanguardia de la ‘España vital’ frente a la ‘España oficial’. También en 1914 ve la luz su primer gran libro: Meditaciones del Quijote. Con un estilo literario, más cerca de la prosa literaria que del discurso filosófico, lleno de metáforas y frases ingeniosas, pretendió hacer filosofía en un lenguaje próximo al del Quijote, lo que le permitió llegar al público culto en general. En su brillantez expositiva reside una de las claves del éxito y difusión de sus libros.

El 29 de enero de 1915, Ortega funda y dirige la revista España, un semanario de inspiración reformista liberal-democrática.

La Primera Guerra Mundial significa para Ortega una quiebra de los ideales ilustrados. En su Ensayo de Estética expone, a modo de prólogo, un programa de modernidad latina alternativa. Viaja a Argentina en 1916, lo que supuso un cambio de rumbo en su trayectoria profesional y la apertura de un puente cultural con Iberoamérica. También en 1916 fue designado académico de la de Ciencias Morales y Políticas. 

Publica Personas, Obras, Cosas, en cuyo prólogo dice: “Hoy me parecería más ajustado a la verdad... dotar a lo subjetivo de un puesto y una tarea en la colmena universal”. Matiza  el concepto de ‘perspectivismo’, según el cual las distintas concepciones del mundo dependen del punto de vista y las circunstancias de los individuos, y el concepto de razón vital, intento de superación de la dicotomía entre razón pura y razón práctica de idealistas y racionalistas, como formularía en una de sus publicaciones más emblemáticas: El Espectador, que corrige con el par de conceptos ‘Yo’/‘Circunstancia’. Para Ortega, la verdad surge de la yuxtaposición de visiones parciales, en la que es fundamental el constante diálogo entre el hombre y la vida que se manifiesta a su alrededor, especialmente en el universo de las artes.

En 1917 Ortega interrumpe su colaboración con El Imparcial y escribe una serie de ensayos en El Sol, donde publica los por él llamados ‘folletones’, preámbulo de dos de sus obras más importantes: España invertebrada y La rebelión de las masas.

En 1920, se funda la Editorial Calpe (que se unirá más tarde con Espasa), una de cuyas colecciones será dirigida por Ortega: la Biblioteca de Ideas del Siglo XX. Y en 1923 nace la empresa editorial más importante de Ortega, la Revista de Occidente, la publicación intelectual más abierta al pensamiento europeo del siglo XX español. Aneja a ella funcionó una editorial (así como su salón de tertulias en el Café Granja El Henar en el número 40 de la calle Alcalá) que representaría la más selecta modernidad intelectual de su época. José Ortega y Gasset dirigió la revista hasta 1936, cuya publicación reanudará su hijo José Ortega Spottorno en 1962 y continuará Soledad Ortega Spottorno.

Desde la Revista de Occidente, Ortega promovió asimismo la traducción y comentarios de las más importantes tendencias filosóficas de la época: Oswald Spengler, Johan Huizinga, Edmund Husserl, Georg Simmel, Jakob von Uexküll, Heinz Heimoseth, Franz Brentano, Hans Driesch, Ernst Müller, Alexander Pfänder y Bertrand Russell, como autores más representativos.

En El tema de nuestro tiempo, que aparece en 1923, Ortega ofrece el análisis de su época como la necesidad de superar el idealismo y volver a la vida, núcleo de su teoría de la razón vital. Ésta es fruto de la nueva sensibilidad que advierte en el siglo XX, ejemplificada en el arte nuevo como La deshumanización del arte (1925). 

Al agitado período de la vida política española a partir de 1923 pertenecen algunos de sus más famosos escritos políticos, entre ellos: La redención de las provincias y la decencia nacional (recopilación de artículos publicados entre 1927 y 1930).

En 1929 Ortega rompe con la Dictadura de Primo de Rivera con motivo de su famoso curso ¿Qué es filosofía?. Un año más tarde publica La rebelión de las masas, obteniendo una gran repercusión internacional. 

En 1931 es elegido diputado por la provincia de León con la ‘Agrupación al Servicio de la República’, fundada en febrero por Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y él mismo.

En el debate del proyecto de la Comisión de la Constitución, celebrado entre los días 27 de agosto y 9 de septiembre de 1931, intervino como portavoz del grupo parlamentario de la Agrupación para decir que «nuestro grupo siente una alta estimación por el proyecto que esa Comisión ha redactado pero advirtiendo que esa tan certera Constitución ha sido mechada con unos cuantos cartuchos detonantes, introducidos arbitrariamente por el espíritu de propaganda o por la incontinencia del utopismo”. “Si la Constitución crea desde luego la organización de España en regiones, ya no será la España una, quien se encuentre frente a frente de dos o tres regiones indóciles, sino que serán las regiones entre sí quienes se enfrenten, pudiendo de esta suerte cernirse majestuoso sobre sus diferencias el Poder nacional, integral, estatal y único soberano. Contemplad la diferencia de una solución y de otra”. “El artículo donde la Constitución legisla sobre la Iglesia es de gran improcedencia, pues la Iglesia, en la Constitución, debe aparecer situada en una forma algo parecida a lo que los juristas llaman una Corporación de Derecho público que permita al Estado conservar jurisdicción sobre su temporalidad”.

Permaneció en su escaño durante un año, tras criticar públicamente el curso que la República tomaba, en su célebre discurso, Rectificación de la República, pronunciado en el Cinema de la Ópera de Madrid el 6 de diciembre de 1931.

Al año siguiente publica en la Revista de Occidente los discursos sobre El Estatuto de Cataluña que aparecen en el libro titulado La reforma agraria y el Estatuto catalán. Desencantado de su actividad parlamentaria, abandona su participación activa en la República.

Al comenzar la guerra civil española, Ortega se encontraba enfermo y, como él mismo describe en su artículo, publicado en el exilio, con el título En cuanto al pacifismo, el 21 de julio de 1936, se presentaron en su domicilio tres comunistas armados con la pretensión de que firmase un manifiesto contra el alzamiento y a favor de la República. Ortega se negó a recibirlos y su hija, bajo presión, negoció la redacción de un texto alternativo muy corto que finalmente Ortega firmó, añadiéndose a su firma las de Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y otros intelectuales. A pesar de su estado de salud, Ortega decide exiliarse lo antes posible y, con la ayuda de su hermano, bien relacionado con los políticos de izquierdas, huye de España a París. Más tarde se traslada a los Países Bajos y luego a Buenos Aires. En 1942 fija finalmente su residencia en Lisboa. En esta ciudad escribe buena parte de lo que se considera obra póstuma: el Velázquez, Sobre la razón histórica, el Leibniz, El Hombre y la Gente, Epílogo… . 

Aunque confesaba que sus creencias eran incompatibles con las de Franco, regresó a España en 1945 en busca de la cercanía de la familia y con la ilusión de recuperar su cátedra. No se le permitió esto último, pero sí cobrar sus sueldos atrasados, y decide finalmente residir en Madrid. En 1948 fundó con su discípulo, Julián Marías, el Instituto de Humanidades. Ortega viajó con frecuencia a Alemania donde podía expresar sus pensamientos en un ambiente de reconocimiento a su figura. Dicta también conferencias en Suiza, EE.UU. y sobre todo en Alemania, donde recibió el crédito y las oportunidades de expresión que correspondían a su prestigio.

José Ortega y Gasset falleció el 18 de octubre de 1955 en su domicilio del número 28 de la calle Monte Esquinza en Madrid. Sus restos están enterrados en el cementerio de San Isidro.

Según se sugiere en una carta de la catedrática y escritora Carmen Castro al padre Donostia, escritor y compositor donostiarra, Ortega murió reconciliado con la Iglesia, aunque esta versión de los últimos momentos del filósofo ha sido desmentida de forma rotunda por su familia. Su nieto André Ortega Klein la considera “un bulo propagado por la prensa nacional-católica”.

Ortega ocupó un lugar de privilegio en la historia del pensamiento español de las décadas centrales del siglo XX. Maestro de varias promociones de jóvenes intelectuales, no sólo fue un brillante divulgador de ideas, sino que elaboró un discurso filosófico de notable originalidad. Ortega y Gasset ejerció una gran influencia en la filosofía española y en la filosofía iberoamericana del siglo XX no solo por la temática de su obra filosófica, sino también por su estilo literario ágil.

Su filosofía ha sido considerada como una ‘filosofía de vida’ que abarcó un comienzo, largo tiempo oculto, de metafísica pragmática inspirada en William James y seguida de un método general a partir de la fenomenología realista imitando a Edmund Husserl, que dio origen a su protoexistencialismo, anterior al de Martin Heidegger, y a su historicismo realista comparable al de Wilhelm Dilthey y Benedetto Croce.

En sus artículos y ensayos, Ortega trató tanto de filosofía y política como de arte y literatura. Su obra consiste en un programa abierto, que se aprecia en los ocho volúmenes de El espectador (1916-1935).

Sin embargo, el núcleo del ideario orteguiano se encuentra en obras como España invertebrada (1921), El tema de nuestro tiempo (1923), La rebelión de las masas (1930), Ideas y creencias (1940), Historia como sistema (1940) y ¿Qué es filosofía? (1958). Las cuestiones de estética y crítica literaria fueron objeto de sus reflexiones en Meditaciones del Quijote (1914),  Goethe desde dentro (1932), Papeles sobre Velázquez y Goya (1950) e Idea del teatro (1958).

Los asuntos políticos como privilegiado espectador de la realidad inmediata los analizó en Vieja y nueva política (1914), La decadencia nacional (1930), Misión de la universidad (1930) o Rectificación de la República (1931).


MAG/26.11.2019

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Carl Schmitt





Carl Schmitt nació el 11 de julio de 1888 en Plettenberg (Westfalia), a unos 70 km al este de Bonn. Era el segundo de los cinco hijos de una familia prusiana muy católica (tres de sus tíos eran sacerdotes) en un entorno protestante. Su padre estaba empleado en una compañía de seguros de enfermedad y pertenecía a Zentrum, una asociación católica que se oponía a Bismarck, quien durante el Kulturkampf, perseguía la separación del Imperio de la Iglesia. Su padre, por el que  Carl sentía una profunda veneración, impulsó con su trabajo y su dinero la construcción de una iglesia católica en un lugar donde sólo existía una iglesia protestante. 

El joven Carl cursó su enseñanza primaria en un internado para pasar después al Liceo de Attendorn. Completado el bachillerato, su padre quiere que Carl ingrese en un seminario, aunque el joven está interesado en la Filología. Uno de sus tíos convence a Carl para que se matricule en Derecho, lo que no era frecuente para un joven de clase más bien modesta. En 1907 se matricula en la Universidad de Berlín, ciudad incómoda para un joven provinciano. Tras dos semestres en la Universidad de Berlín, Carl cambia su matrícula a Munich, donde cursa un solo semestre, para incorporarse a la Universidad de Estrasburgo, perteneciente al Imperio Alemán en 1908. En 1910 Carl Schmitt presenta  su tesis doctoral sobre el castigo y la culpabilidad con el título Über Schuld und Schuldarten. En 1915 consigue su certificado de aptitud para la enseñanza universitaria con la tesis Der Wert des Staates und die Bedeutung des Einzelnen (“La importancia del Estado y el significado del Individuo”).

En 1916 Carl Schmitt es llamado a filas, que evita obteniendo una excedencia. Sin embargo, cambia de idea y se presenta poco después como voluntario en el Primer Regimiento de Infantería Bávara. Durante unos ejercicios de instrucción se hace daño en las vértebras, es calificado inútil para servir en el frente y transferido al Estado Mayor en Munich. Allí conoce a Pawla Dorotić, que se hacía pasar por condesa serbia, con quien se casa ese mismo año. En 1918, Schmitt es nombrado oficial de Intendencia y condecorado con la Cruz de Hierro de segunda clase. Lo trasladan a la Sección VI del Ministerio bávaro de la Guerra, que ponen bajo su mando para desarrollar actividades de vigilancia de la prensa de izquierdas y de censura. 

Dotado de una capacidad de formulación brillante y potente en su lengua, Schmitt publica en 1919 “Romanticismo político” y dos años más tarde “La Dictadura”, ambos trabajos son muy bien recibidos sobrepasando ampliamente los círculos especializados en Derecho. 

A partir de 1920, Carl Schmitt reflexiona sobre el régimen presidencial y las modalidades constitucionales que permiten el desarrollo de la República de Weimar. Trabaja especialmente en el artículo 48 de la Construcción de Weimar. Se le considera el campeón de la democracia plebiscitaria y el pensador de la ‘dictadura política legítima’. Piensa que para salir de la situación política de excepción, en la que se encuentra sumergida la República de Weimar, hace falta un hombre fuerte a la cabeza de un Estado homogéneo, que sepa tomar decisiones aprobadas directamente por el pueblo unido en una Nación. Schmitt establece la piedra angular de la teoría política en la relación ‘amigo-enemigo’, lo que obliga a determinar quién es el enemigo entre los propios ciudadanos. Eso conduce al desarrollo de una filosofía de la decisión de urgencia, de la guerra y del combate, inspirada de alguna manera en las nociones del mal y del Anticristo.

En 1921 inicia su carrera docente en la Escuela de Negocios de Munich, pasando poco después a impartir clases en las Universidades Greifswald primero y de Bonn después. En esta ciudad conoce a un grupo de jóvenes católicos y a dos teólogos eminentes, uno católico, Karl Eschweiler, y otro  evangélico, que más tarde se convertiría al catolicismo, Erik Peterson, quienes le despiertan su interés por los temas del Derecho canónico. Schmitt publica sus reflexiones en “Teología política” y “Catolicismo romano y forma política”, la segunda edición de este último con imprimatur. 

En 1924, aparece el primer escrito de Schmitt explícitamente político con el título Die geistesgeschichtliche Lage des heutigen Parlamentarismus (“Estado histórico y espiritual del parlamentarismo de hoy”).  

Asimismo en 1924 el Juzgado de Bonn anula el matrimonio de Carl Schmitt con Pawla Dorotić. La iglesia católica, sin embargo, no lo disuelve. En 1926 Carl Schmitt contrae matrimonio civil con otra serbia, antigua alumna suya, Duška Todorović, quince años más joven que él. La iglesia católica lo excomulga. Schmitt que había sido un católico devoto, rompe con la iglesia y empieza a describirla como fuera de lugar.

En 1928, Schmitt publica su trabajo científico más relevante Verfassungslehre (“Teoría de la Constitución”), donde aborda un análisis jurídico sistemático de la Constitución de Weimar, creando junto a la teoría clásica del Estado una nueva disciplina independiente del Derecho público: la Teoría de la Constitución.

Schmitt muestra muy temprano su talento artístico y acomete algunas tentativas literarias que agrupará bajo el título Die große Schlacht um Mitternacht (“El gran combate de medianoche”). Es considerado como un miembro de la ‘Bohemia suaba’. Redacta una memoria sobre el poeta bien conocido en la época Theodor Däubler. Y tanto en Munich como en Estrasburgo, Schmitt frecuenta los medios artísticos de vanguardia. Admira a Gottfried Benn y le atrae el expresionismo. Se declara dadaísta antes de que Dada fuera reconocido y se considera amigo del poeta y editor Franz Blei, de Robert Musil y de Franz Kafka, así como de uno de los fundadores del dadaísmo: Hugo Ball, quien le presentaría a Hermann Hesse. Carl Schmitt es a la vez jurista esteticista y escritor politizante. Mantiene lazos de amistad con los escritores líricos de la época, como el poeta del catolicismo político Konrad Weiss, con Ernst Jünger, de cuyo tercer hijo sería padrino, y del pintor y escritor Richard Seewald. Carl Schmitt coleccionará obras de arte a lo largo de toda su vida.

En 1928 Schmitt es nombrado profesor en la Universidad Superior de Comercio de Berlín, aunque suponga un retroceso en su carrera académica, pero deseaba entrar en el núcleo político berlinés, que no consigue. Es cuando desarrolla su teoría del núcleo intocable de la Constitución, en contra de la opinión dominante. También se interesa por las teorías económicas en boga y defiende un Estado fuerte que debe apoyarse en una economía libre. Schmitt tropieza con las ideas del ordoliberalismo que se convertirá en neoliberalismo. Traba amistad con uno de los pensadores más notables, Alexander Rüstow, quien más tarde sería muy crítico con Schmitt. Al pluralismo de los intereses particulares, Schmitt opone la unidad del Estado que, según él, está representada por el presidente del Reich, elegido por el pueblo. Mientras vive en Berlín, publica Der Begriff des Politischen (“El Concepto de Política”), que será reeditada en varias ocasiones, Der Hüter der Verfassung (“El Guardián de la Constitución”), y Legalität und Legitimität (“Legalidad y Legitimidad”). Sobre este último libro, Otto Kircheheimer, prestigioso jurista experto en constitucionalismo,  escribe en 1932: “Cuando en una época futura  se examine la contribución intelectual de nuestra época, el libro de Carl Schmitt sobre la legalidad y la legitimidad se distinguirá tanto por su regreso a los fundamento de la teoría como por sus conclusiones finales”. 

Schmitt se aproxima a las corrientes reaccionarias y antiparlamentarias. La Constitución de Weimar, dice, debilita al Estado por culpa del liberalismo neutralizante y de que no es capaz de afrontar el nacimiento de la democracia en masa. Y añade: el liberalismo no es ni más ni menos que la indecisión organizada. Schmitt identifica dos movimientos opuestos: el sindicalismo revolucionario de los movimientos de los trabajadores y el nacionalismo del fascismo italiano, que considera como una locura que crítica el fundamento del liberalismo como una forma de dominación. Schmitt prefiere la marcia su Roma, cuando el 28 de octubre de 1922 los fascistas italianos de Mussolini avanzaron hacia Roma para impresionar al gobierno liberal. 

Según Schmitt, solamente el fascismo y el comunismo han intentado romper el principio constitucional del siglo XIX, para dar cabida a los grandes cambios experimentados en las estructuras económicas y sociales. Y precisamente los países en vías de industrialización, como Rusia e Italia, pueden darse una constitución económica moderna. 

Nace en 1931 Anima Schmitt, única hija de Carl y Duška.

En 1932, durante una conferencia bajo el lema ‘Estado fuerte y economía sana’, que tuvo lugar delante de las industrias, Schmitt defiende una despolitización activa del Estado y un regreso a las esferas estatales.

La familia Schmitt se traslada a Colonia, donde Carl imparte enseñanza en la Universidad de Colonia hasta 1933, en que lo hará hasta 1945 en la Universidad de Berlín.

Al día siguiente del nombramiento de Hitler como Canciller de Alemania, Schmitt proclama: “Se puede decir que Hegel ha muerto”. El 1 de mayo de 1933, Carl Schmitt se une al partido nazi. Pocos días después participa en la quema de libros escritos por autores judíos. En el mes de julio de ese mismo año Hermann Göring lo nombra Consejero de Estado para Prusia y en noviembre accede a la presidencia de la Unión de Juristas Nacional Socialistas. Schmitt sustituye al profesor Hermann Heller en la Universidad de Berlín hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. En su cátedra Schmitt defiende la fundación ideológica de la dictadura nazi y justifica filosóficamente la idea de un Führer a partir del concepto de auctoritas. 

En junio de 1934, Schmitt fue nombrado editor-jefe del periódico nazi de los abogados, Deutsche Juristen-Zeitung, y un mes más tarde publica un artículo titulado Der Führer schützt das Recht (“El Führer protege la Ley”) para justificar los asesinatos políticos acaecidos en “La Noche de los Cuchillos Largos” bajo las órdenes de Hitler, investido de la “forma más alta de administrar la justicia” (höchste Form administrativer Justiz). Schmitt se definía como antisemita radical y en la Convención de Profesores de Derecho, celebrada en Berlín en octubre de 1936, en su condición de su presidente, exigió la limpieza del Derecho alemán de la influencia del espíritu judío y que a partir de ese momento todos los libros publicados por científicos judíos llevasen una marca para su identificación como tales.

Sin embargo en diciembre de 1936 la publicación de las SS, Das schwarze Korps, acusó a Schmitt de ser un oportunista, católico y pensador hegeliano, que en escritos anteriores criticaba las teorías raciales de los nazis. Poco después, Schmitt renunciaba a su cargo de Reichsfachgruppenleiter (Jefe del Grupo Profesional del Reich), aunque mantuvo su puesto de profesor en la Universidad de Berlín y su título de Consejero de Estado para Prusia. Continuó siendo investigado en 1937, hasta que Göring detuvo las pesquisas. Aunque fuera ya del primer plano de la vida pública, su fuerte compromiso con el régimen de Hitler hizo que se le considerara el "Kronjurist" del Tercer Reich.

El 30 de abril de 1945 Carl Schmitt fue detenido por las tropas soviéticas y, tras un corto interrogatorio, es puesto en libertad. El 26 de septiembre lo arrestan las tropas estadounidenses y y permanecerá internado en distintos campos de concentración hasta el 10 de octubre de 1946. Seis meses más tarde es de nuevo detenido y trasladado a Nuremberg, donde permanecerá en prisión desde el 29 de marzo hasta el 13 de mayo de 1947. El Fiscal general Robert Kempner querría interrogarlo como imputado potencial por su “participación directa o indirecta en la planificación de la guerra de agresión y de los crímenes de guerra contra la Humanidad”. Schmitt se defendió calificándose de científico puro o aventurero intelectual que corrió riesgos en nombre del conocimiento. Kempner le preguntó: “¿Y qué hizo usted al conocer la muerte de millones de personas?”. Y Schmitt replicó: “El cristianismo también se saldó con la muerte de millones de personas”. Durante las casi siete semanas de detención en la cárcel de prisioneros de guerra,  Schmitt escribió algunos textos cortos como el capítulo “Verdad de la celda” correspondiente al volumen, Ex captivitate salus. Erinnerungen der Zeit 1945/47, que se publicó en 1950. También en ese tiempo, Kempner le planteaba cuestiones como cuál era el estatuto de un ministro del Reich o del Jefe de Cancillería o incluso cuáles eran las razones para que los funcionarios hubieran seguido a Hitler.

Tras su liberación, Schmitt se refugió en su ciudad natal de Plettenberg. No se arrepintió de su papel en la creación del Estado nazi y rehusó cualquier intento de ‘desnazificación’, impidiendo de esta forma su reincorporación a los puestos académicos. Publica con el pseudónimo de de Walter Haustein diversos escritos, como Der Nomos der Erde (“El Nomos de la Tierra”), Theorie des Partisanen. Zwischenbemerkung zum Begriff des Politischen (“La Teoría del Partisano”) y Politische Theologie II. Die Legende von der Erledigung jeder Politischen Theologie (“Teología Política II”). 

A partir de 1950 y aún en esta situación de aislamiento de las comunidades universitarias y políticas, él siguió estudiando Derecho internacional y recibiendo hasta edad bien avanzada a colegas universitarios y a jóvenes intelectuales. Entre ellos, Ernst Jünger, Jacob Taubes y Alexander Kojève. 

También en 1950 falleció su primera esposa, Pawla Dorotić, y la Iglesia católica le levantó la excomunión. 

A partir de los años ’50, Enrique Tierno Galván mantiene una intensa correspondencia con Carl Schmitt para poner en marcha el criptomarxismo europeísta del boletín de su cátedra de derecho político en Salamanca. Ya como alcalde de Madrid felicita a Schmitt en su 90º cumpleaños.

En 1952 el gobierno de la República Federal de Alemania concede a Carl Schmitt una pensión, le permite participar en la Unión alemana de profesores de Derecho, pero manteniendo la prohibición de enseñar.

En 1957 su hija Anima se casó con el prestigioso catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela, Alfonso Otero Valera, miembro de Falange española, con quien Carl Schmitt intercambiaba correspondencia. Estas cartas y otros trabajos de Carl Schmitt fueron traducidos al español por su hija Anima Schmitt de Otero. 

En 1962, Carl Schmitt viajó a España para dar conferencias, dos de las cuales fueron publicadas al año siguiente con el título “Teoría del partisano”. Su tesis giraba en torno a la caracterización de la guerra civil española como una ‘guerra de liberación nacional contra el comunismo internacional’. Schmitt consideraba al partisano como un fenómeno significativo que, durante la segunda mitad del siglo XX, dio origen a una nueva teoría bélica. En ese año Manuel Fraga Iribarne, en su condición de Ministro de Información y Turismo,  nombró a Carl Schmitt miembro del Instituto de Estudios Políticos de España. 

Carl Schmitt falleció en la clínica evangélica de Plettenberg el domingo de Pascua, 7 de abril de 1985, con casi 97 años, de esclerosis en placas. Su enfermedad le provocaba episodios obsesivos cada vez más largos y brotes paranoicos, sintiéndose perseguido por su propia voz y por ondas sonoras. Su demencia le lleva a imaginarse micrófonos ocultos donde se encontrase. Fue enterrado  en el cementerio católico de su ciudad natal.

06.11.2019/MAG