sábado, 29 de febrero de 2020

Isaiah Berlin



Tras un parto difícil que le dejó, de por vida, casi inútil el brazo izquierdo, Isaiah Berlin nació, el 6 de junio de 1909 en Riga, a la sazón, perteneciente al Imperio Ruso, y actualmente capital de Letonia. Su familia era de origen judío y su lengua habitual era el ruso.
Su padre, Mendel Berlin, era un próspero comerciante de maderas de los bosques bálticos que suministraba traviesas para los ferrocarriles rusos, descendiente de Shneur Zalman, fundador éste de la organización judía jasídica Jabad-Lubavitch. Mendel hablaba, además de ruso y yiddish, alemán, francés e inglés. Su madre, de soltera Marie Volshonok, se interesaba con entusiasmo por las artes. Ambos progenitores se esforzaban en trasladar ese interés por la cultura a su único hijo, que permaneció fiel a la música y en particular a la ópera a lo largo de su vida.

Si bien los empresarios, como Mendel Berlin, no sufrían todas las restricciones que el Imperio Zarista imponía a los judíos, éstos no podían acceder a la propiedad de la tierra ni matricularse en el Gymnasium o en la Universidad.

En 1915 el ejército alemán sitió Riga y la familia Berlin se trasladó a Andreapol, una pequeña villa maderera donde la familia Berlin también tenía negocios, a unos 350 km al noroeste de Moscú. Dos años después a Petrograd (hoy San Petersburgo). Inicialmente residieron en la Isla Vasilevsky y después en la Avenida Angliiskii, en un edificio donde también vivían la hija de Rimsky-Korsakov y la Princesa Emeretinsky. 

Con el advenimiento de la Revolución de Octubre en 1917, las fortunas de los vecinos del edificio desaparecieron y la hija de Rimsky-Korsakov y la Princesa Emeritinsky se las encargó de mantener encendidas las estufas de todas las viviendas y barrer los jardines. El niño Isaiah fue testigo de las Revoluciones Social-Demócrata y Bolchevique desde su ventana y cuando paseaba por las calles con su niñera. Guardó en su memoria la marcha de las multitudes hacia el Palacio de Invierno y muy especialmente cómo pateaban y arrastraban por las calles a un policía fiel al Zar. Esa imagen le convirtió en un convencido anticomunista. 

Considerados burgueses por los bolcheviques, y tras una negociación con ellos, el 5 de octubre de 1920 permitieron a la familia Berlin regresar a Riga como ciudadanos letones.  Sin embargo, la actitud antisemita de las autoridades letonas, convencieron a los Berlin de que debían abandonar su país. En enero de 1921 emigró Mendel, y Marie e Isaiah a principios de febrero, al Reino Unido. donde Mendel tenía amigos y relaciones de negocios. Fijaron su residencia en Surbiton, barrio del municipio londinense de Kingston-upon-Thames. 

El joven Isaiah asistió a la escuela privada Arundel House como preparación para su inmersión en la cultura inglesa. La familia Berlin compró primero una casa en Kensington, donde residieron seis años, antes de mudarse a Hampstead. 

Isaiah Berlin fue educado en la St. Paul’s School de Londres, destacando en los debates escolares de Junior Debating Society y School Union Society, al hacer referencias a autores que la mayoría desconocían. A los 12 años Berlín dominaba el ruso y el inglés, hablaba francés, alemán e italiano y sabía hebreo, latín y griego antiguo. Afortunadamente la modestia y buenos modales de Isaiah Berlin anularon la hostilidad y celos de sus compañeros. 
En 1928, cuando terminó su formación en St Paul's, Berlin solicitó entrar en Balliol College de la Universidad de Oxford, pero no fue admitido tras una entrevista caótica. Presentó entonces una solicitud al Corpus Christi College, también de Oxford, donde sí lo admitieron para cursar Literae Humaniores (Lenguas clásicas, Historia antigua y Filosofía), que completó en 1932  con un grado cum laude. Se matriculó a continuación en Filosofía, Políticas y Económicas, que completaría en un solo año, recibiendo además el Premio John Locke de Filosofía. 
En este mismo año, Richard Crossman, decano del New College, le proporcionó su primer trabajo como lecturer (conferenciante) de Filosofía. Poco después, a pesar de ser extranjero y judío no converso, le fue concedida una beca para optar al puesto de profesor y miembro de gobierno por siete años en el All Souls College, el lugar más privilegiado de la excepcional Universidad de Oxford. En 1938 se incorporó al claustro de All Souls College. Era el primer judío en acceder a tan prestigioso colectivo. Fue un hecho tan excepcional que de inmediato se le abrieron las mejores puertas de la sociedad anglo-judía (Rothschild, Sieff...) y otras muchas de la rancia clase alta británica. Al mismo tiempo que Berlin quedaba fascinado por el lujo, el poder y la influencia, visitaba en Palestina la Tierra Prometida y quedaba embargado por el conflicto bélico entre judíos, árabes, ingleses. El proceso de creación del Estado de Israel, su relación con Weizmann y, en definitiva, la identidad judía fue algo que mantuvo tenso a Berlin hasta su muerte. Su modo de ser, mezcla de judío, inglés y ruso, le preocupó siempre. De los pensadores rusos, Herzen y Turgénev sobre todo, tomó la fascinación por las ideas y el sentido moral del intelectual. De los ingleses provenía su empirismo y del judaísmo la necesidad de pertenencia.

A lo largo de la década de los años treinta, Isaiah Berlin se dedicó intensamente al fomento de la Filosofía en Oxford, invitando a J. L. Austin, A. J. Ayer y Stuart Hampshire, entre otros, a debatir sus puntos de vista en su propio apartamento. Pronto evidenció su interés por los planteamientos que tomasen en consideración los aspectos históricos y sociales. Y de ahí su brillante estudio biográfico de Karl Marx, que en 1939 se publicó bajo el título Karl Marx: his life and environment (“Karl Marx: Su vida y su entorno”), que ha sido reeditado durante más de 75 años. En 1940, Berlin realizó una presentación filosófica en una reunión en la Universidad de Cambridge a la que asistía Ludwig Wittgenstein, quien rechazó el argumento central de Berlin, pero lo alabó por su honestidad e integridad intelectuales.

A principios de la Segunda Guerra Mundial, Isaiah Berlin seguía ejerciendo la docencia, hasta que en 1941, el Ministerio británico de Información lo envió a Nueva York. Hasta este momento, Berlin estaba excluido de participar en temas bélicos del Reino Unido por haber nacido en Letonia y por su discapacidad en el brazo izquierdo. 

En 1942 fue transferido al Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores) con destino en la Embajada en Washington, al frente de un equipo que informaba semanalmente sobre el cambio del talante político en los Estados Unidos. Winston Churchill tuvo conocimiento de esos informes y se decía que era su lectura preferida. Una selección de los Washington despatches 1941-1945 se publicó en 1981.

En 1946, y durante la ceremonia de Honores Anuales, Isaiah Berlin fue nombrado Caballero de la Orden del Imperio Británico.

Alcanzado el armisticio, Isaiah Berlin visitó la Unión Soviética, donde conoció a Boris Pasternak y a Anna Ajmátova, lo que le confirmó su oposición al Comunismo y permitió formar su futura agenda intelectual. Este encuentro quedó reflejado en unos memorables ensayos dentro de su libro titulado Personal Impressions. Y también en algunos poemas de Ajmátova en los que se muestra convencida de que la reacción de Stalin a ese encuentro condujo a la Guerra Fría, iniciada un año después. 

De regreso a Oxford, decidió orientarse más que a la Filosofía a la Historia de las Ideas, y en particular a la historia intelectual rusa, a la historia de las teorías marxistas y socialistas así como a la Ilustración y sus críticas. Escribió artículos, muy bien recibidos, sobre las tendencias contemporáneas políticas y culturales, la ideología política y los manejos internos de la Unión Soviética. 

En 1953 publicó The Hedgehog and the Fox (“El erizo y la zorra”), un largo ensayo sobre el enfoque de la historia según Tolstói. 

En 1956 Isaiah Berlin contrajo matrimonio con Aline Halban, hija del banquero Pierre de Gunzbourg, perteneciente a una familia judía de la alta sociedad francesa, principal accionista del Hotel Ritz. Aline era una conocida golfista antes de la Segunda Guerra Mundial tanto en Francia como en el Reino Unido. En 1934 Aline se casó con André Strauss, hijo de un banquero y coleccionista de pintura impresionista. Tuvieron un hijo, Michael, y en 1939 André Strauss falleció de cáncer. Cuando al año siguiente, los nazis invadieron Francia, Aline escapó en su Bentley hasta Biarritz para no consiguió el visado para cruzar a España. Finalmente logró instalarse en Estados Unidos y en 1943 se casó con el físico nuclear Hans Halban, con quien tuvo dos hijos. Divorciada de Halban, Aline se casó en terceras nupcias en 1956 con Isaiah Berlin, quien a partir de ese momento se dedicó con toda devoción a su familia con los tres hijos que ella aportaba. 

En 1957 Harold Macmillan concede a Isaiah Berlin el título de Sir y en 1971 miembro de la Orden del Mérito del Reino Unido. 

También en 1957, fue elegido para  dirigir la cátedra Chichele de Teoría Política y Social en el All Souls College. Su discurso inaugural Two Concepts of Liberty (“Dos conceptos de libertad”) es su trabajo más conocido y con mayor influencia, en el que con gran pasión y sutileza defiende la libertad "negativa", la libertad de ser obstruido por otros, la libertad de seguir las propias elecciones, y muestra cuán fácilmente la libertad "positiva", la libertad (deseable) de dominio propio, se pervierte en la "libertad" para lograr la "autorrealización" de acuerdo con los criterios establecidos y, a menudo, impuestos a la fuerza por los árbitros autonombrados de los verdaderos fines de la vida humana.

Su relato ha seguido siendo un punto de referencia indispensable para el pensamiento sobre la libertad desde entonces, e impregna toda discusión informada sobre el tema; sin embargo, quizás en parte debido a la naturaleza no afirmativa y deliberadamente no sistemática de sus ideas, y su rechazo a las panaceas de cualquier tipo, no consiguió (para su alivio) discípulos ni fundar una escuela de pensamiento.

En 1959, Isaiah Berlin fue elegido miembro extranjero honorario de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias. También fue miembro del Consejo Constituyente del Instituto Estadounidense Rothermere en la Universidad de Oxford.

Berlin fue uno de los primeros en la generación de filósofos de Oxford que hizo visitas regulares a las universidades estadounidenses extendiendo la conocida como ‘filosofía de Oxford’. De 1966 hasta 1971 fue profesor visitante de Humanidades en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, aunque su dicción tan acelerada hacía difícil que los alumnos estadounidenses entendieran a aquel profesor vestido con su eterno traje oscuro -siempre con chaleco.

En 1967 Berlin renunció a su cátedra, un año después de haber fundado, con la generosidad de las Fundaciones Wolfson y Ford, el Wolfson College de Oxford, cuya presidencia ocupó.  El Wolfson College se diferenciaba de la mayoría de los Colleges por su fuerte igualitarismo y ética democrática. 

De 1974 a a 1978 Isaiah Berlin fue el Presidente de la Academia Británica. 

Berlin recibió los Premios Agnelli, Erasmus y Lippincott por su trabajo sobre la historia de las ideas, y el Premio Jerusalén por la defensa de las libertades a lo largo de toda su vida. En 1994 la Universidad de Toronto le otorgó el doctorado honorario en Derecho.

Isaiah Berlin falleció el 5 de noviembre de 1997, a la edad de 88 años. Sus restos reposan en el Cementerio ecuménico de la parroquia de Wolvercote en Oxford.

En su obituario, The Independent escribió: Era un hombre de una fuerza intelectual formidable dotado de un raro don para entender una amplia gama de motivos, esperanzas y temores humanos. Gozaba de una enérgica capacidad prodigiosa para disfrutar de la vida, de la gente en todas sus variedades de ideas e idiosincrasias, de la música y del arte en general.

Y The New York Times en su página principal lo describía con estas palabras: Su vida exuberante estaba rodeada de alegrías: la alegría del pensamiento, la alegría de la música, la alegría de buenos amigos. El hilo conductor de su obra es su compromiso con la libertad y la dignidad de los seres humanos. Sir Isaiah irradiaba bienestar.

El legado de Isaiah Berlin comprende obras de estilo y penetración inconfundibles sobre cuatro tópicos: liberalismo, pluralismo, el pensamiento ruso del siglo XIX y los orígenes y evolución del romanticismo. Sus obras sobre la Teoría liberal y el Pluralismo de valores, añadidos a su oposición al marxismo y comunismo, han dejado huella duradera.

  • Karl Marx: Su vida y su entorno (1939)
  • El erizo y la zorra: un ensayo sobre el enfoque de la historia de Tolstói (1953)
  • Historical Inevitability (1954)
  • Dos conceptos de libertad (1958)
  • Four essays on liberty (“Cuatro ensayos sobre la libertad”) (1969)
  • From the Other Shore and The Russian People and Socialism (1956)
  • The Age of Enlightenment: The Eighteenth-Century Philosophers (1956)
  • European Unity and its Vicisitudes (1959)
  • John Stuart Mill and the Ends of Life (1959)
  • The Life and Opinions of Moses Hess (1959)
  • Vico and Herder (“Vico y Herder: dos estudios de historia de las ideas”) (1976)
  • Contra la corriente: ensayos sobre historia de las ideas (1979)
  • Impresiones personales (1980)
  • The Proper Study of Mankind (El fuste torcido de la humanidad: capítulos de la historia de las ideas“) (1990)
  • El mago del norte: J. G. Hamann y el origen del irracionalismo moderno (1993)
  • El sentido de la realidad (1996).
  • Las raíces del romanticismo (2000) 
  • La traición de la libertad. seis enemigos de la libertad humana (2004).
  • El poder de las ideas (2017)
  • Lo singular y lo plural. Conversaciones con Steven Lukes (2018) 
  • Sobre el nacionalismo (2019)
MAG/29.02.2020


domingo, 2 de febrero de 2020

Hannah Arendt






Hannah Arendt nació el 14 de octubre de 1906 en Hannover en el seno de una familia judía asimilada. Sus antepasados provenían de Königsberg (la actual ciudad rusa de Kaliningrado), a donde regresaron sus padres, Paul Arendt, un ingeniero enfermo de sífilis, que falleció cuando Hannah tenía 7 años, y Martha Cohn, que la describió como una niña luminosa y alegre, cuyo carácter cambió a raíz del fallecimiento en el mismo año de su padre y de su abuelo, presidente de la comunidad judía liberal y concejal en Königsberg, a quien estaba muy unida. Otro contrariedad, pasado cierto tiempo, fue el nuevo matrimonio de su madre. Hannah fue educada de forma liberal por su madre, de ideología socialdemócrata. Conoció el judaísmo reformista, a través de sus abuelos.

De una inteligencia precoz, a los catorce años ya había leído la ‘Crítica de la razón pura’ de Immanuel Kant y la ‘Psicología de las concepciones del mundo’ de Karl Jaspers. El estudio del griego le apasionó también. En 1923 tuvo que abandonar la escuela por problemas disciplinarios, dirigiéndose entonces sola a Berlín, donde, sin haber acabado la escolaridad, tomó clases de teología cristiana y estudió por primera vez la obra de Søren Kierkegaard. 

De vuelta a Königsberg en 1924, se presentó por libre y aprobó el examen de acceso a la universidad (Abitur). Se matriculó en la universidad de Marburgo (Hesse) y durante un año asistió a las clases de Filosofía de Martin Heidegger y de Nicolai Hartmann, así como a las de teología protestante de Rudolf Bultmann. 

Desde esta época de juventud, quien ejerció mayor influencia filosófica sobre Arendt fue Heidegger, cuya obra ‘Ser y tiempo’, dejó una huella profunda en su pensamiento, especialmente en su libro más conocido: ‘La condición humana’. Heidegger, de 35 años, y Arendt, estudiante diecisiete años más joven que él, se enamoraron, aunque tuvieron que mantener en secreto la relación por las apariencias. Heidegger era católico, estaba casado, tenía dos hijos y, sobre todo, una reputación social que no estaba dispuesto a echar por la borda. Mantuvieron la relación sentimental con altibajos, pero la intelectual se mantuvo siempre. A comienzos de 1926 Hannah Arendt no aguantó más la situación y decidió cambiarse de universidad, trasladándose durante un semestre a la universidad Albert Ludwig en Friburgo, para estudiar con Edmund Husserl. Conoce personalmente a Jaspers, con quien mantuvo un intercambio intelectual durante toda su vida A continuación estudió Filosofía en la universidad de Heidelberg (Baden-Wurtemberg) y se doctoró en 1928 bajo la tutoría de Karl Jaspers, con la tesis ‘El concepto del amor en san Agustín’.

En Berlín se encontró en 1929 con el filósofo Günther Stern (que se llamaría más tarde Günther Anders), a quien ya había conocido en Marburgo. Poco más tarde se mudó a vivir con él, algo que estaba mal visto por la sociedad de la época, y ese mismo año se casaron, aunque Hannah y su marido tenían intereses distintos y frecuentaban círculos de amigos separados: él, más integrado en el ambiente comunista, tenía amistad con Bertolt Brecht; ella, cada vez más cerca del sionismo y de otras personalidades judías. 

Hannah Arendt obtuvo una beca de la Notgemeinschaft der Deutschen Wissenschaft (Asociación de ayuda para la ciencia alemana), tras informes positivos de Jaspers, Heidegger y Martin Dibelius. Hannah Arendt se encontraba de camino a una carrera académica normal, con cátedra en la universidad. El nazismo destruyó esos planes.

En 1932 Arendt ya pensaba huir del régimen nazi, pero se quedó en Alemania cuando su marido emigró a París en marzo de 1933 para comenzar su actividad política. Por recomendación de Kurt Blumenfeld, trabajó para una organización sionista, estudiando la persecución de los judíos, que estaba en sus comienzos. Su casa sirvió de estación de tránsito para refugiados. En julio de 1933 fue detenida durante ocho días por la Gestapo.

Pasando por Checoslovaquia, escapó a Ginebra, donde trabajó unos meses para las Naciones Unidas. Finalmente decidió trasladarse a París, donde se encontró de nuevo con su marido Günther Anders. Volvió a trabajar para una organización sionista, ayudando a jóvenes judíos a huir hacia Palestina. En 1937 el matrimonio fracasó y se divorciaron.

Ella ya había conocido en 1936 a Heinrich Blücher, un ex comunista, que se había opuesto muy pronto a la política de Stalin. En París ambos pertenecían al mismo círculo de refugiados alemanes, junto con Walter Benjamin.

En 1937 se le retiró la nacionalidad alemana. En 1939 consiguió poner a salvo a su madre, que todavía estaba en Königsberg. En enero de 1940 se casó con Heinrich Blücher.

A comienzos de ese mismo año las autoridades francesas llamaron a la mayoría de los extranjeros de origen alemán para ser deportados. Arendt, junto con muchas otras mujeres, pasó una semana en los terrenos de un velódromo de París. Seguidamente fue trasladada al campo de internamiento de Gurs hasta julio de ese mismo año, considerada como «extranjera enemiga». Tras cinco semanas de internamiento, consiguió huir de Gurs, aprovechando que la vigilancia francesa disminuyó temporalmente debido a la toma de París por la Wehrmacht y su avance hacia el sur. 

Hannah Arendt, su madre y su marido pudieron viajar a Lisboa, donde embarcaron para Nueva York a donde llegaron en mayo de 1941, gracias a la red creada por el periodista norteamericano Varian Fry, que ayudó a unos 2500 judíos escapar de Francia pagándoles el viaje a Estados Unidos con visados ilegalmente firmados por el diplomático estadounidense Hiram Bingham.

La familia vivió inicialmente en un pequeño hotel, gracias a una exigua beca que recibía de la organización de refugiados sionista. En de octubre de 1941 consiguió empleo como redactora en la revista judeo-alemana Aufbau, en Nueva York.

De 1944 a 1946 fue directora de investigación de la Conference on Jewish Relations (Conferencia de relaciones judías) y, seguidamente hasta 1949, lectora en la editorial judía Schocken. De 1949 a 1952 trabajó como gerente de la Jewish Cultural Reconstruction Corporation (JCR), la organización para el salvamento y el cuidado de la cultura judía.

El 26 de julio de 1948 murió su madre, Martha Arendt, durante el viaje a Inglaterra en el Queen Mary. Por encargo de la JCR, Hanna Arendt viajó a la República Federal Alemana en 1949-1950. Durante su estancia, se encontró, de nuevo desde 1933, con Karl Jaspers y Martin Heidegger. 

En 1951 Hannah Arendt consiguió la nacionalidad estadounidense. Arendt había sufrido mucho como apátrida, porque lo consideraba una exclusión de la sociedad humana. La ciudadanía significaba para ella «el derecho a tener derechos».

Realizó un segundo viaje a Alemania en 1952. A partir de ese momento, viajó todos los años a Europa durante unos meses, también a Israel, visitando a amigos y familiares. Las amistades tenían mucha importancia en la vida de Hannah Arendt. Además de su estrecha relación de compañerismo con su esposo, que murió en 1970, Arendt cultivó intensas amistades con, entre otros, Mary McCarthy, Kurt Blumenfeld, Uwe Johnson, pero sobre todo con Karl Jaspers y también, hasta el final, con Martin Heidegger. Esta última amistad con Martin Heidegger tenía un carácter especial; mientras que expresó varias veces de forma despectiva su opinión sobre Heidegger como persona, por ejemplo en cartas a Jaspers del 29 de septiembre de 1950 y el 26 de octubre de 1959, consideraba tanto a Jaspers como a Heidegger los dos mejores filósofos contemporáneos.

A la edad de 47 años, Hannah Arendt consiguió en 1953 una cátedra temporal en el Brooklyn College de Nueva York, en parte gracias al éxito conseguido en EE. UU. con su libro sobre el totalitarismo. En Nueva York trabajó, junto con Martin Buber y otros, para la fundación del Leo Baeck Institut, un centro de documentación e investigación de la historia de los judíos de habla alemana.

En la primavera de 1959 obtuvo durante un semestre una cátedra como profesora invitada en la prestigiosa universidad de Princeton. Fue la primera mujer en enseñar en la institución.

Cuando en 1961 se celebró en Jerusalén el juicio del líder nazi Adolf Eichmann, la revista The New Yorker escogió como enviada especial a Hannah Arendt, que se había dado a conocer en EEUU con su libro ‘Los orígenes del totalitarismo’, y obviamente era una de las personas más adecuadas para escribir un reportaje sobre el juicio al miembro de las SS responsable de la solución final. Los artículos que la filósofa redactó acerca del juicio despertaron admiración en algunos (tanto el poeta estadounidense Robert Lowell como el filósofo alemán Karl Jaspers afirmaron que eran una obra maestra), mientras que en muchos más provocaron animadversión e ira. Cuando Arendt publicó esos reportajes en forma de libro en 1963 con el título ‘Eichmann en Jerusalén’ y subtítulo ‘Sobre la banalidad del mal’, el resentimiento no tardó en desatar una caza de brujas, organizada por varias asociaciones judías estadounidenses e israelíes.

En su libro, Arendt resaltó la rebelión de Eichmann contra las órdenes de Himmler quien, al aproximarse la derrota, recomendó un mejor trato a los judíos, mientras que Eichmann “se esforzó por hacer que la solución final lo fuera realmente”, escribió Arendt. La filósofa dibujó un minucioso retrato de Eichmann como un burgués solitario cuya vida estaba desprovista del sentido de la trascendencia, y cuya tendencia a refugiarse en las ideologías le llevó a preferir la ideología nacionalsocialista y aplicarla hasta el final. “Lo que quedó en las mentes de personas como Eichmann”, dice Arendt, “no era una ideología racional o coherente, sino simplemente la noción de participar en algo histórico, grandioso, único”. El Eichmann de Arendt es un hombre que, engañándose y convenciéndose a sí mismo, está persuadido de que sus sangrientas acciones manifiestan su virtud.
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De 1963 a 1967, Hannah Arendt fue catedrática en la universidad de Chicago y de 1967 a 1975 en la Graduate Faculty de la New School for Social Research en Nueva York.

Tras un primer infarto de miocardio en 1974, retomó sus escritos y la enseñanza y en 1975 tuvo un segundo infarto mortal en su despacho, en presencia de amigos. Las oraciones fúnebres las pronunciaron, entre otros, su viejo amigo Hans Jonas y representantes de sus alumnos

En EE.UU. la honraron con numerosos doctorados honoris causa. También en la República Federal Alemana recibió prestigiosos premios: en 1959 el Lessing-Preis der Freien und Hansestadt Hamburg y en 1967 el premio Sigmund Freud de la Academia Alemana para Lengua y Escritura en Darmstadt. En 1969 la American Academy premió su trabajo con una medalla Emerson-Thoreau. En 1975, el gobierno danés le entregó el premio Sonning por sus aportaciones a la cultura europea.

Arendt se consagra a la reflexión sobre la filosofía política, ya instalada en Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial. Dedicó gran parte de sus textos sobre filosofía política a desmontar los totalitarismos. En especial, el nazismo, movimiento que, a su juicio, no sentaba su base en la germanidad, sino en un nacionalismo corrosivo, y que detestaba hasta el punto de calificarlo como una «patología política». En ‘Los orígenes del totalitarismo’ (1951), su obra más reconocida, sostiene que los totalitarismos se basan en la interpretación de la ley como «ley natural», visión con la que justifican la exterminación de las clases y razas teóricamente «condenadas» por la naturaleza y la historia. Otras obras suyas son ‘La condición humana’ (1958), ‘Eichmann en Jerusalén’ (1963), ‘Hombres en tiempos sombríos’ (1968), ‘Sobre la violencia’ (1970) y ‘La crisis de la república’ (1972).

El reconocimiento y el interés de Hannah Arendt por su identidad judía son más bien tardíos. En Nueva York desde el diario de lengua alemana en el que escribe pide la formación de un ejército judío para combatir el nazismo y hacer surgir, de este modo, una conciencia política en ese pueblo —el suyo— que carece de tal. En años posteriores se opone a la idea del Estado de Israel de David Ben Gurión y propone una federación binacional en la que ni los judíos ni los árabes gozarían de un estatuto mayoritario. Sin embargo, su modelo de Estado no es bien recibido y queda como una postura marginal y solitaria.


MAG/02.02.2020

domingo, 5 de enero de 2020

Karl Popper





Karl Raimund Popper nació el 28 de julio de 1902 en Viena (Imperio austro-húngaro), en el seno de una familia de origen judío de clase media alta asimilada, la mayoría de sus miembros convertidos al luteranismo, en cuya fe fue bautizado Karl. 

Su padre, Simon Siegmund Carl Popper, era un abogado procedente de Bohemia y doctorado en Derecho por la Universidad de Viena. Se interesaba mucho en la Literatura clásica y en la Filosofía así como por los temas sociales y políticos, que inculcaba a su hijo. Su madre, Jenny Schiff, provenía de Silesia y de Hungría, y a su familia pertenecía el director de orquesta Bruno Walter. Ella animaba a su hijo a que se inclinase por una carrera musical y, aunque él sólo eligió la Historia de la Música como una materia secundaria en la Universidad, su afición por la música se convirtió en una de sus fuentes de inspiración en el desarrollo del pensamiento, lo que se manifestó en su interpretación tan original de la relación entre el pensamiento dogmático y el crítico, en su consideración de la distinción entre la objetividad y la subjetividad y más importante en el crecimiento de su hostilidad a todas las formas de historicismo, incluyendo las ideas históricas sobre la naturaleza de lo ‘progresivo’ en música. 

Un tío de Karl, Josef Popper-Lynkeusa, era un conocido ingeniero innovador y filósofo austríaco. Los padres de Karl mantenían una estrecha amistad con Rosa Graf, la hermana de Sigmund Freud, que moriría en el campo de exterminio de Treblinka. 

Tras establecerse en Viena, los Popper ascendieron rápidamente en la sociedad pues Simon Popper era socio del alcalde liberal Raimund Grübl en el bufete de abogados, que pasaría a sus manos al fallecer éste en 1898. El segundo nombre de Karl Popper fue impuesto precisamente por Raimund Grübl. Simon Popper era bibliófilo y poseía en su domicilio una biblioteca de unos 14.000 volúmenes, compuesta principalmente por libros de autores clásicos y sobre filosofía, así como de temas sociales y políticos. 

En su infancia Karl Popper asistió al Realgymnasium local, que no cumplió sus expectativas de enseñanza y que, tras unos meses enfermo en casa, abandonaría a los 16 años para incorporarse como oyente en las clases de Matemáticas, Física, Filosofía, Psicología e Historia de la Música en la Universidad de Viena. Y evidentemente su educación se consolidaba pasando horas en la biblioteca de su padre.  

En 1918 el joven Popper asiste en Viena a la proclamación de la República y al enfrentamiento de republicanos y comunistas con los soldados austriacos. Son tiempos de gran penuria. Las desgracias de la guerra se observan en cada esquina, cada calle, cada familia. La guerra parecía ser la causa de todos los males que aquejaban a la capital austriaca.

Popper quedó impresionado con la propaganda desplegada por los comunistas tras el tratado de Brest-Litovsk (3 de marzo de 1918), por el que Rusia renunciaba a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, en favor de los Imperios Centrales. Lenin, realista consumado, retorcido maquiavélico, concentraba todo su poder destructivo en los rescoldos monárquicos y moderados de Rusia, aun si para ello hubiera de consentir la mutilación de su imperio. Pero en Austria, Francia y Gran Bretaña el cambio de frente bolchevique permitió la ofensiva propagandística de los partidos comunistas, ante la que sucumbió parte de la juventud europea, Popper incluido.

Popper se sintió atraído por el marxismo y en abril de 1919 se afilió a la asociación de estudiantes socialistas. Luego se hizo miembro del Partido Obrero Socialdemócrata Austríaco, que en aquella época estaba completamente inmerso en la ideología marxista. Será el chico de los recados de la sede vienesa. Hace encargos, asiste a reuniones como oyente, es adoptado por los bolcheviques austriacos. Comienza a conocer el comunismo… y a rechazarlo. 

Tras la refriega del 15 de junio de ese año en Hörlgasse donde la policía mató a ocho compañeros de partido desarmados, Karl Popper se desilusionó y tachó, lo por él presenciado, de materialismo histórico pseudo científico de Marx. No pocos jóvenes, obreros y estudiantes, habían muerto, y los comunistas no sólo no lo lamentaban, sino que lo consideraban sumamente beneficioso: era el tributo que había que rendir al materialismo histórico. Abandonó la ideología marxista y a partir de ese momento hasta el fin de sus días permaneció fiel como defensor del liberalismo social. 

Ese año de 1919 fue posiblemente el más importante en su formación intelectual, Descubrió también en esa época las teorías del psicoanálisis de Freud y Adler y escuchó fascinado una conferencia que Einstein pronunció en Viena sobre la Teoría de la Relatividad. El dominio del espíritu crítico que observó en Einstein, y del que carecían Marx, Freud y Adler, le pareció de importancia fundamental. Dedujo que los pioneros del psicoanálisis acuñaban sus teorías en términos que facilitasen su confirmación, mientras que la teoría de Einstein contenía implicaciones comprobables que, si fuesen falsas, habrían falseado la teoría misma.

A fin de conseguir algún dinero mientras asistía a las clases en la Universidad, Popper, durante un corto período de tiempo, trabajó como obrero en la construcción de nuevas calles, pero tuvo que dejarlo porque se sentía incapaz de realizar trabajos pesados. Luego se hizo aprendiz de ebanista y viajante de comercio. El sueño de Popper, que tenía una personalidad más bien melancólica, era abrir una guardería infantil, para la cual creía que le sería útil su habilidad para construir muebles. Con esa idea en mente, se incorporó al servicio voluntario en una de las clínicas infantiles del psicoanalista Alfred Adler.

En 1922 se presentó, y aprobó, su examen de ingreso en la Universidad, como alumno reglado. En 1924 pasó su examen de maestro y comenzó a trabajar en un centro que, terminadas las clases, cuidaba a niños en riego de exclusión social. En 1925 se incorporó al recién inaugurado Pädagogisches Institut y continuó estudiando Filosofía y Psicología. Fue en esa época cuando conoció a Josephine Anna Henninger (“Hennie”), quien, en 1930, se convertiría en su esposa, su administradora y su amanuense hasta la muerte de él en 1958. Decidieron no tener descendencia, una decisión que Popper asumiría con aparente ecuanimidad.

En 1928, y bajo la supervisión de Karl Bühler, se doctoró, presentando su tesis bajo el título Zur Methodenfrage der Denkpsychologie (“Sobre el problema de método en la psicología del pensamiento”) y un año más tarde obtuvo su autorización para la docencia que ejecutó, como profesor de Matemáticas y Física en una escuela secundaria. 

El grupo filosófico dominante en Viena en la década de los veinte era el Wiener Kreis (Círculo de Viena”), creado en 1921 por el profesor de Filosofía en la Universidad de Viena, Moritz Schlick, y disuelto definitivamente en 1936, cuando Schlick es asesinado y sus miembros intelectuales de orientación científica como Rudolf Carnap, Carl Hempel, y Alfred Tarski emigran apresuradamente a Estados Unidos e Inglaterra. El objetivo del Círculo era la unificación de las Ciencias, lo que implicaba la eliminación de la Metafísica, como se proponía  en el Tractatus de Ludwig Wittgenstein. Aunque Popper era amigo de algunos de sus miembros y compartía la estima de la Ciencia, su hostilidad hacia Wittgenstein hizo que nunca fuese invitado al Círculo de Viena. 

Por su parte, Popper se hizo cada vez más crítico con los principios del positivismo lógico, especialmente en lo que consideraba un enfoque equivocado en la teoría del significado en Filosofía y en la verificación en la metodología científica. Por ello, disfrutaba con el título de "la oposición oficial", que le fue otorgado por Neurath. A partir de ahí se dedicó intensamente durante algunos años a profundizar en Ciencia y Filosofía, pero el ascenso del nazismo en Alemania y Austria y el temor al Anschluss, le llevó a dedicar las tardes y las noches a escribir su primer libro Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheorie (“Los dos problemas fundamentales de la Teoría del Conocimiento”), con el que buscaba un reconocimiento académico para huir a algún país seguro para los intelectuales de raíces judías. 

Sin embargo, tuvo que condensar su propio punto de vista de la Ciencia y sus críticas a los positivistas en su primer artículo, publicado en 1934 con el título Logik der Forschung (“La Lógica de la Investigación Científica”). El artículo, con el que más tarde se vanagloriaba de haber declarado la sentencia de muerte al positivismo, atrajo a un buen número de lectores. 

En él recoge el problema que, desde Aristóteles, ha preocupado a filósofos y científicos: ¿cómo fundamentar el conocimiento científico, por definición universal y necesario, en la experiencia empírica, por definición particular? Difícil explicación, que hacía embarrancar cualquier conclusión definitiva. En los últimos siglos, la filosofía de la ciencia oscilaba entre sus extremos: Descartes lo confiaba todo a las leyes eternas de la razón, y Hume a las de la experiencia. Desde la conocida en la época como Viena Roja, Popper reflexiona sobre la cuestión y produce una obra desde entonces imprescindible.

Ante las continuas muestras de antisemitismo, Popper buscó abandonar su país natal, a cuyo fin solicitó una excedencia no remunerada en el curso 1935/36 para efectuar una visita de estudio al Reino Unido. Desde ahí consiguió emigrar en 1937 a Nueva Zelanda como profesor de Filosofía en el Canterbury University College de la Universidad de Nueva Zelanda en Christchurch, puesto en el que permaneció durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de las discrepancias con su jefe de departamento. A este inconveniente se añadió la dificultad de adaptación de Hennie a la vida fuera de su Viena natal.

La anexión de Austria en 1938 fue el catalizador que provocó que Popper reorientara sus escritos hacia la filosofía social y política. En 1945 publicó una crítica contra el totalitarismo titulada The Open Society and Its Enemies (“La Sociedad Abierta y sus Enemigos”), en la que indaga en la historia de la filosofía para trazar los orígenes del totalitarismo. En La sociedad abierta Popper rastrea los orígenes del totalitarismo; los encuentra en Heráclito y Platón. En el primero, porque defiende la existencia de una ley histórica del devenir a la que todo ser humano ha de plegarse. En el segundo, por su concepción de una sociedad fuertemente jerarquizada y compartimentada, organizada según la razón y el mundo de las ideas. "Mi intento de comprender a Platón mediante la analogía con el totalitarismo moderno me hizo ver, en última instancia, que la fuerza de ambos residía en el hecho de que trataban de responder a una necesidad del bien real", afirma en dicha obra. Para Popper, la vida realmente humana excluye cualquier pretensión de no sobrellevarla, enfrentándose cada día a lo desconocido, a lo incierto.

Popper planteó dos interpretaciones de la historia del pensamiento político. Una reaccionaria, que añora una comunidad cerrada y perfecta, representada por Platón, y otra racional y crítica que reconoce el limitado conocimiento humano, representada por Sócrates, que posibilita el florecimiento del verdadero espíritu científico.

Pero la rebelión humana e intelectual de Popper es ante todo contra Marx y su concepción de la historia como el desarrollo necesario del espíritu absoluto de Hegel. El determinismo hegeliano-marxista vacía de contenido la acción humana, y reduce la moral a dos reinos: el bien, revolucionario, y el mal, conservador. Marx y sus seguidores cuentan con la ventaja del moralismo: "Su crítica al capitalismo tuvo, ante todo, la eficacia de una crítica moral". Gentes como Engels o Sartre se adjudicaban posiciones de ventaja y, así, se inmunizaban contra toda crítica o debate acerca de sus postulados.

¿Cómo no reconocer la sincera indignación de Marx ante las injusticias de la industrialización? ¿Cómo no reconocer el optimismo de Platón, su confianza en los filósofos y en el concepto de Justicia? No son las intenciones lo que irrita a Popper, sino las consecuencias de hacer de ellas el principio y el fin de la reflexión política. Excesivamente severo con Platón, reconoce el rechazo que a éste producía la tiranía, aunque para Popper el totalitarismo nace, precisamente, de la adopción de optimismos históricos no demostrados.

Tras el armisticio en 1946, Popper se trasladó a Londres contratado por la London School of Economics, que en 1949 lo nombró profesor de Lógica y Método Científico. A partir de este momento, la reputación y prestigio como filósofo entre los pensadores sociales y científicos creció de forma importante. Escribió prolíficamente y entre sus obras, The Logic of Scientific Discovery (“La Lógica de la Innovación Científica”), fue reconocida como un clásico avanzado en su campo. En ella, Popper analiza las divergencias entre la Metafísica y la Ciencia, y busca un criterio de demarcación entre las mismas. El objetivo es distinguir claramente las proposiciones científicas de aquellas que no lo son. El criterio de demarcación no establece la verdad o la mentira de una afirmación, sino si ésta ha de ser estudiada y discutida en el ámbito de la Ciencia o, por el contrario, debe ser situada en el campo más especulativo de la Metafísica. En esta obra, el filósofo vienés postula que el conocimiento científico avanza descartando leyes que contradicen la experiencia. A este proceso lo llama “falsación”. La labor del científico consiste en criticar leyes y principios de la naturaleza para reducir así el número de teorías compatibles con las observaciones experimentales. 

Más allá de lo experimental. Según expone Popper, la demarcación es el método que permite refutar o “falsabilizar” una proposición. El pensador señala que sólo se admitirán como proposiciones científicas aquellas que sean factibles de ser admitidas o refutadas a través de observaciones experimentales. Pensaba que para cada conjetura siempre existirá una refutación, lo que significa que si algo tiene la posibilidad de ser falso, puede ser cierto. Por el contrario, cuando algo no puede ser falso es tan utópico que nunca podría ser verdadero. Para que exista algo real debe existir su lado irreal. A través de estas ideas, el desarrollo del conocimiento científico se encarga de eliminar teorías y de crear una clara línea fronteriza entre la metafísica y la ciencia. Y todo el proceso se consigue gracias a las conjeturas.

Popper opina que la Teoría de la Relatividad y la mecánica cuántica quedan encuadradas dentro de la Ciencia. Sin embargo, el marxismo o el psicoanálisis quedan fuera de ella. Las ideas del pensador vienés sobre el conocimiento científico se consideran el núcleo que sustenta el resto de sus contribuciones a la Filosofía.

Popper se sentía incómodo en el ambiente filosófico del Reino Unido de la posguerra que, a su juicio, estaba obsesionado con triviales preocupaciones lingüísticas dictadas por Wittgenstein, a quien consideraba su némesis. Popper era un hombre más bien paradójico. Su compromiso teórico con la primacía de la crítica racional se contraponía con lo hostilidad hacia todo lo que no fuera una aceptación total a su propio pensamiento. En Londres, como había ocurrido en Viena, se iba quedando paulatinamente aislado, aunque sus ideas siguiesen despertando admiración. En los años 1958 y 1959, Popper fue el presidente de la Sociedad Aristotélica (Aristotelian Society for the Systematic Study of Philosophy). 

En sus últimos años, Popper habla de la necesidad de la crítica y la discusión; y de la sociedad abierta como la menos mala de las posibles, pues permite cambiar de gobernante sin derramamiento de sangre. Estos planteamientos le convertirán en un filósofo respetado por el mundo entero. Tras Conjeturas y refutaciones publicará su autobiografía: Búsqueda sin término (1976), El yo y su cerebro (1977), El universo abierto (1982) y, el año de su muerte (1994), El mito del marco común y En busca de un mundo mejor.

En 1965 Karl Popper es nombrado Caballero por la Reina Isabel II del Reino Unido y en 1982 recibe la insignia de Compañero de Honor (Companion of Honour). Fue miembro de la Royal Society de Londres y de la Academia Internacional de la Ciencia. Cultivó la amistad del canciller alemán Helmut Schmidt y del profesor australiano de Fisiología en la Universidad de Otago, John Carew Eccles, que ganaría el Premio Nobel de Medicina en 1963. 

Hasta 1969 impartió clases de Lógica y Método científico en la Universidad de Londres y pasó a la categoría de profesor emérito. En 1985, enferma su esposa y regresan a Austria para que ella pudiera estar rodeada de sus familiares en los últimos meses de su vida. La Ludwig Boltzmann Gesellschaft (LBG), red austríaca de centros no universitarios de investigación especializados, intenta nombrar a Popper director de una nueva rama de Filosofía de la Ciencia, sin conseguirlo. Tras el fallecimiento de su esposa, Popper vuelve en 1986 al Reino Unido, estableciéndose en Kenley, al sur de Londres, permaneciendo activo como escritor y conferenciante.

En 1993 Popper provocó no poca sorpresa con su Contra la televisión, producto de una entrevista que le hizo la RAI. Allí afirmaba, con la distancia del sabio, que la televisión era el mayor peligro para la democracia. Lejos de considerar los medios de masas una garantía para la libertad, Popper advierte de la posibilidad de que acaben destruyendo la sociedad crítica, y con ella, la sociedad abierta. A no pocos sorprendió la llamada de Popper al control de la televisión. Su alegato final ponía sobre el tapete la cuestión de cuáles eran sus creencias precientíficas. Un sacerdote español: Mariano Artigas, considerado el mejor conocedor del pensador vienés. Artigas recogerá, en Lógica y ética en Karl Popper (1998), unas palabras pronunciadas por el pensador austriaco durante una conferencia que dictó en Japón poco antes de morir: "Confieso francamente que elijo el racionalismo porque odio la violencia, y no me engaño a mí mismo con la creencia de que este odio tiene fundamentos racionales (…) se basa en una fe irracional en la actitud de razonabilidad”.

Karl Popper falleció el 17 de septiembre de 1994 en East Croydon (Londres).



MAG/05.01.2020

martes, 3 de diciembre de 2019

Leo Strauss



Leo Strauss nació el 20 de septiembre de 1899 en Kirchhain, una ciudad rural en la provincia de Hesse-Nassau perteneciente al Reino de Prusia, parte del Imperio Alemán. Su padre, Hugo  Strauss, y su madre, Jennie David, educaron a su hijo en el judaísmo ortodoxo, aunque no lo practicaban asiduamente. El padre y el tío eran propietarios de una granja agrícola con explotación ganadera, que habían heredado del abuelo de Leo, Meyer Strauss, miembro distinguido de la comunidad judía local.
En su infancia Leo Strauss asistió a la escuela pública local para pasar, en 1912, al Gymnasium Philippinum, adscrito a la Universidad de Marburgo, donde recibió una amplia formación humanística, que completó en 1917.
En la Primera Guerra Mundial, el ejército alemán le llamó a filas y, en julio de 1917, fue destinado a Bélgica en calidad de intérprete. En diciembre de 1918 fue licenciado y se incorporó a la Universidad de Marburgo. Residió en un pensionado al que acudían los seguidores del filósofo judío neokantiano Hermann Cohen, profesor de la universidad. En 1921, Leo Strauss presentó en la Universidad de Hamburgo su tesis doctoral bajo el título Das Erkenntnisproblem in der philosophischen Lehre Fr. H. Jacobis (El problema del Conocimiento en la Doctrina Filosófica de F. H. Jacobi”), dirigido por el alumno de Hermann Cohen, Ernst Cassirer. Strauss explicaba las implicaciones que, para el problema del conocimiento, tenía la noción de Jacobi sobre la revelación. Aunque años más tarde, Jacobi se arrepentiría de su tesis, la cuestión del significado de la revelación divina no le abandonaría a lo largo de toda su vida. En 1922 asistió a los cursos de fenomenología impartidos por Edmund Husserl, donde coincidió con Martin Heidegger, también alumno, en la Universidad de Friburgo. Strauss escribiría más tarde que ningún pensador contemporáneo le había impresionado más que Heidegger
Leo Strauss se unió a una hermandad judía y colaboró con el movimiento sionista alemán, que le permitió conocer a distintos intelectuales judíos alemanes como Norbert Elias, Leo Löwenthal, Hannah Arendt y Walter Benjamin, quien admiraría siempre la obra de Strauss.
El mejor amigo de Strauss fue Jacob Klein, aunque se relacionaba intelectualmente con Karl Löwith, Julius Guttmann, Hans-Georg Gadamer, Franz Rosenzweig, Gershom Scholem, Alexander Altman y el arabista Paul Kraus, que se casará con Betina, hermana de Leo Strauss. Buena parte de la correspondencia intercambiada con sus amigos se publicó en los Gesammelte Schriften (“Escritos coleccionados”). También participó en un debate  epistolar con Carl Schmitt, que rompería al abandonar Alemania y no recibir respuesta de sus cartas.
En 1923 Leo Strauss empezó a dar clases en Frankfurt auspiciado por el Freies Jüdische Lehrhaus (“Centro de Educación para Adultos”), fundado por su amigo Franz Rosenzweig, a quien dedicaría su primer libro. En 1925, otro de sus compañeros intelectuales, Julius Guttmann, le invitó a la edición jubilar de la obra de Moses Mendelsson para la Academia de Ciencias del Judaísmo en Frankfurt.
En 1930, Strauss publicó su primer libro Die Religionskritik Spinozas als Grundlage seiner Bibelwissenschaft: Untersuchungen zu Spinozas theologisch-politischem Traktat (Crítica de la Religión de Spinoza”), en el que argumentaba que los lectores de Spinoza en los siglos XIX y XX podrían verlo como un ‘hombre intoxicado con Dios’, ya que habrían dejado de pensar seriamente en que pudiera existir la revelación divina.
En 1931, Leo Strauss se presentó a su Habilitation para poder ejercer la enseñanza universitaria y formar parte de los tribunales de doctorado. Su examinador el teólogo Paul Tillich lo suspendió.
Strauss publicó unos comentarios al libro de Carl Schmitt, Der Begriff des Politischen (El Concepto de Política), en los que argumentaba que, aunque Schmitt intentaba hacer otra cosa, permanecía dentro del horizonte del moderno liberalismo, ya que no era capaz de justificar su compromiso normativo al que llamaba ‘la política’. Schmitt declararía más tarde que nadie lo había comprendido mejor que Strauss y éste confesaba que leyendo a Schmitt había cambiado su orientación sobre la relación entre Filosofía y Política.
En 1932, la Hochschule für die Wissenschaft des Judentums (“Academia para el Estudio del Judaísmo”) de Berlín tiene problemas financieros y Strauss se queda sin trabajo. Gracias a una carta de recomendación de Carl Schmitt, Leo Strauss recibe una beca de la Fundación Rockefeller para desarrollar un estudio sobre Thomas Hobbes en París. Allí se casó con Marie (Miriam) Bernsohn, a quien había conocido en Alemania. Ella era viuda con un hijo, Thomas, que Strauss adoptó. Más tarde adoptaría también a Jennie, hija de su hermana, cuyo padre falleció en circunstancias oscuras en El Cairo durante la Segunda Guerra Mundial. Leo y Miriam Strauss no tuvieron hijos biológicos.
También en París, Strauss asistió a seminarios sobre Hegel dictados por Alexandre Koyré y Alexander Kojève. En 1933 la Fundación Rockefeller le renueva su beca para seguir trabajando, ahora en Londres y Cambridge, en su estudio sobre Hobbes, a quien considera el fundador teórico del estado liberal, cuando este modelo se colapsa en Alemania con el ascenso de Hitler al poder.
Por este motivo decide no regresar a su país de nacimiento y consigue en 1935 un empleo temporal en la Universidad de Cambridge. En Inglaterra entabla amistad con R. H. Tawney y en segundo término con Isaiah Berlin.
Escribe su tercer libro Hobbespolitische Wissenschaft und zugehörige Schriften (“La filosofía política de Hobbes”), que no se publicaría hasta 1936. Un año antes apareció se segundo libro Philosophie und Gesetz: Beiträge zum Verständnis Maimunis und seiner Vorläufer (“Filosofía y Derecho: Contribuciones al entendimiento de Maimónides y sus predecesores”).
Su amigo Gersholm Scholem confiaba que el libro de Strauss sobre Maimónides fuese una buena introducción para entrar en la cátedra de Filosofía judía medieval de la Universidad de Jerusalén, que finalmente fue para Julius Guttmann, quien había sido su supervisor en la Academia de Ciencias del Judaísmo y defendía una visión distinta sobre el pensamiento de Maimónides, pues entendía que la relación entre razón y revelación eran sus fuentes de conocimiento. El problema de las relaciones entre fr y razón era una de las preocupaciones de Strauss. Afirmaba que la principal preocupación de Maimónides no era epistemológica sino política. La relación entre filosofía y política ya la había descrito Strauss en su libro Crítica de la Religión de Spinoza”. El pensamiento de Strauss alerta de la futilidad de muchos de nuestros afanes políticos.
Incapaz de conseguir un empleo fijo en Inglaterra, Leo  Strauss habló con Harold Laski, profesor en la London School of Economics y futuro primer ministro laborista en el Reino Unido, quien consiguió que la Universidad de Columbia ofreciese a Strauss un puesto de profesor invitado en el Departamento de Historia en 1937. Strauss aceptó la invitación y se trasladó a los EE.UU. Al año siguiente fue contratado como profesor investigador por la New School for Social Research, que acogía a intelectuales exiliados de Europa. Se incorporó a la Facultad de Ciencias Políticas donde permaneció durante diez años. Hizo un pequeño paréntesis en 1939 como profesor invitado en el Hamilton College.
Leo Strauss adoptó la ciudadanía estadounidense en 1944.
En los primeros años de su década en la New School for Social Research, Leo Strauss profundizó en filosofía antigua para explorar los temas de persecución y escritura. Recopila una serie de ensayos seminales que publicaría en 1952 con el título Persecution and the Art of Writing, como aportación a la filosofía política contemporánea. En su ensayo, Strauss expone su particular método de lectura, al distinguir la lectura (y la escritura) esotérica de la exotérica. A lo largo de la historia, muchos autores han tenido que esconder su pensamiento más íntimo tras una fachada convencional, pues la persecución origina un cierta escritura esotérica que sólo permite captar sus mensajes a una élite de lectores. Escriben, por tanto, en dos niveles y Leo Strauss trata de descubrir la escritura esotérica en autores como Maquiavelo, Spinoza o Maimónides. Parte importante de sus trabajos constituyen una constante interrogación a los textos clásicos de la filosofía griega, judía y musulmana.
Strauss retorna a los “grandes textos” para comprenderlos tal y como los autores de esos textos se comprendían a sí mismos y emprende la tarea de recuperar a pensadores olvidados como Jenofonte, centrando sus investigaciones en dos núcleos: el Sócrates de Jenofonte y el Hierón de Jenofonte. Sus estudios sobre Jenofonte permiten dar cuenta de una de las tensiones más importantes que Strauss descubre en la filosofía, la tensión del filósofo con la polis.
Escribe su cuarto libro, Über Tyrannis. Eine Interpretation von Xenophons „Hieron, donde ofrece su interpretación de la obra de Jenofonte sobre el tirano Hierón, que aparece en 1948. En él resalta la tensión entre la búsqueda filosófica de la verdad y los requerimientos de la sociedad.
En 1949 Leo Strauss se incorpora a la Universidad de Chicago como profesor de Ciencias Políticas, donde alcanzó el reconocimiento de Robert Maynard Hutchins Distinguished Service Professorship.
Inició su andadura en la Facultad de Ciencias Políticas con una serie de conferencias sobre Derecho Natural e Historia, que en 1953 aparecerían publicadas en su libro Natural Right and History, el más conocido de los que publicó en EE.UU. Insiste en su conocida preocupación ante la dificultad que muestra la Filosofía para responder a los retos del relativismo moral y político. Comienza con un análisis de Max Weber, uno de los fundadores de la disciplina académica de las Ciencias Sociales, e intenta demostrar la existencia de una línea directa que va del positivismo de Weber al historicismo, que Strauss define con su opinión de que todos los pensamientos y creencias humanos son históricos. Contrasta las modernas concepciones del Derecho Natural, a partir de Hobbes, con las antiguas concepciones que arrancan en Platón. Hobbes termina en un relativismo historicista, en el que no hay normas morales, políticas científicas más allá de sus contextos históricos. Leo Strauss rechaza la manera historicista de estudiar la filosofía, en la que las ideas están determinadas por el contexto social y político. Dicha posición sería insostenible, pues supone admitir que el mismo historicismo, que también está determinado, sería falso. El historicismo impide una lectura adecuada de los textos del pasado. 

Partiendo de la expresión usada en Lógica, reductio ad absurdum (“reducción al absurdo”), Leo Strauss acuño la frase reductio ad Hitlerum, que parte de la siguiente premisa: “Como Hitler era malo, si Hitler apoyaba a "X", "X" debe ser malo”.
En 1954 Leo Strauss viaja a Heidelberg donde se encuentra con sus antiguos compañeros Karl Löwith y Hans-Georg Gadamer y pronuncia en la Universidad una conferencia sobre Sócrates.
En 1958 publicó su libro más polémico, Thoughts on Machiavelli, en el que define la rabia antiteológica de Maquiavelo como la fuente de la modernidad.
En 1965 la Universidad de Hamburgo le ofrece un puesto de profesor temporal, que Strauss declina por razones de salud, y le nombra doctor honoris causa. Este reconocimiento y la distinción con la Orden de Mérito alemana le son entregadas por el consul en Chicago.
En 1969 Leo Strauss abandona la Universidad de Chicago y se incorpora al Claremont McKenna College en California. Un año después pasa al St. John’s College en Annapolis (Estado de Nuevo México), donde se encuentra con su mejor amigo Jacob Klein. Strauss recibe el prestigioso reconocimiento de ‘distinguido profesor residente Scott Buchanan’.
Está trabajando sobre Nietzsche, Tucídides y Jenofonte cuando le sobreviene una neumonía que le causó la muerte el 23 de octubre de 1973. Está enterrado en el cementerio judío de Annapolis.
Algunos historiadores definieron a Leo Strauss como una figura influyente en los círculos políticos neoconservadores estadounidenses, en particular en relación a la política extranjera de George W. Bush en Oriente Medio. Su influencia permanece hoy pues dejó un gran número de discípulos que se han mantenido activos en la vida pública e intelectual.

MAG/03.12.2019